Cuando el partido más complicado se veía, un aliento nació de la tribuna. El hombre enmascarado se levantó. “Venga Álvaro, aunque el público no grite”, dijo el anónimo personaje. En la cancha hubo respuesta. Álvaro Beltrán ganó el punto y se sacudió el dominio del estadounidense Christopher Crowther.
La pequeña tribuna enardeció en el racquetbol. “¡Álvaro, Álvaro!”, gritaron todos. El desconocido sonrió por el hueco de la máscara conmemorativa de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 que cubría su rostro.
Beltrán comenzó la remontada en el primer set, que parecía perdido y terminó ganándolo por 15-12. El segundo, igual de cerrado frente al estadounidense, se lo llevó por 15-8. Así puso 1-1 la gran final por equipos en el racquetbol panamericano.
Su triunfo era indispensable para seguir con vida. Previamente, Gilberto Mejía había sucumbido frente a Ill Ro Carson por 8-15 y 5-15. Pero el corazón de Beltrán pudo más. Desde la tribuna llegó la motivación que hacía falta. “¡Duro, duro!”, se escuchaba cuando el segundo set estaba por terminar.
“¡México, México!”, explotó cuando concretó su victoria. Descansó poco más de una hora. Pero sólo las piernas requerían reposo. Su corazón estaba intacto. Álvaro Beltrán regresó a la cancha para el decisivo punto de dobles, haciendo pareja con Javier Moreno.
Enfrente, Christopher Crawther y Shane Vanderson pretendían robarle el oro a México y comenzaron ganando el primer set por 15-11. Pero los mexicanos tenían demasiado impulso. La tribuna es pequeña, pero el apoyo enorme.
La pareja nacional se repuso en los dos siguientes parciales, que se llevó por 15-9 y 11-4, para llevarse la medalla de oro, la número 20 que consigue la delegación mexicana en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. El objetivo de 24 está muy cerca.
Así, México se confirmó como una potencia del racquetbol continental, pues de seis medallas de oro que estuvieron en disputa, los deportistas nacionales se llevaron cinco.
Fuente: eluniversal.com.mx
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