La adrenalina, presente entre tacleadas y carreras, fue el ingrediente principal en el Tazón México de futbol americano femenil, en el que las Thunder de Monterrey consolidaron el poderío que han desarrollado desde años atrás, al imponerse 8-6 a la selección de la liga de Football Xtremo Femenil.
Se trató de la segunda edición de un encuentro de este tipo, jugado con reglas del colegial varonil, y aunque las regiomontanas a veces se sintieron castigadas por el cuerpo de arbitraje, que las llamó a armar jugadas
más de señoritas, ambos equipos vivieron una noche intensa, vitoreados por sus familiares y amigos en el campo de la Universidad del Valle de México Lomas Verdes.
Las regiomontanas, jóvenes estudiantes, licenciadas y algunas madres de familia –condiciones similares a las de las capitalinas–, hicieron un viaje relámpago para llegar al partido, refrendar el poderío que les ha dado la práctica conjunta, y en el mismo autobús en el que llegaron hacia el mediodía, emprendieron el regreso.
Para alivio de las locales, al menos anoche no se fueron en blanco. El año pasado fueron aplastadas 21-0 y en el juego de ida de este año también resultaron superadas en Monterrey, en junio.
Lejos de temer a la ofensiva de las lideradas por la mariscal Beatriz González, las jóvenes capitalinas plantearon jugadas y respondieron en las zonas de golpeo para defender su terreno.
Tras un par de intercepciones y terreno ganado, Ana Barbosa capturó un pase de siete yardas directo de Ángeles Cruz y huyó hacia las diagonales, con tal velocidad que a la defensiva le fue imposible detenerla.
La falla en la patada de Marlene García fue la gran diferencia, pues un par de jugadas después, las regiomontanas igualaron el marcador con una carrera de escapada por izquierda de Kandy Nery, sólo que éstas tomaron el riesgo de la jugada de conversión y ganaron los dos puntos que a la postre hicieron la diferencia.
Al margen de la pizarra, las jugadoras se dieron la mano con la felicidad de haber compartido la experiencia de equipos independientes de las organizaciones que no contemplan su desarrollo, equipadas como los varones, apoyadas por los suyos y con la adrenalina liberada sobre el emparrillado.
Fuente: La Jornada
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